Hay tantas cosas que quisiera escribir, que de tantas muchas se me van quedando en la cabeza, lo primero es que me urge cambiar este blog, cambiarlo por completo, pero tampoco tengo muy claro todo, lo único que sí sé es que no puede seguir así por más tiempo.
Hoy fue un día muy retador, no porque hubieran cosas complicadas que hacer, sino por el simple hecho de llegar viva a la noche con niños vivos. Sí, así de plano. La nena de 2 se despertó a las 4:20am, la de cinco meses a las 4:30am y su hermano a las 5am. Los fui acomodando en mi cama luego de darles su mamila y su vaso de leche y volví a meterme a la cama.
No pude cerrar los ojos por lapsos más largo de dos minutos a lo largo de una hora y media, para las seis de la mañana ya estaba de pie y desde entonces hasta ahorita que son casi las nueve de la noche no me he vuelto a poner en posición horizontal.
Por supuesto que los críos también tuvieron un día complicado, por decir algo, así que la verdad es que pensar en la tarde que me esperaba me estresó toda la mañana, suena loco e insensato, pero créanme, así pasa en la maternidad.
Papá se fue antes de la cinco de la tarde a trabajar y yo respiré profundo, me dije en silencio "no voy a perder la cabeza. Debo ser más paciente de lo habitual y estar más alerta de mi para no perder el control".
Hubo llantos, más de lo normal, sí es normal que los niños lloren diario varias veces, a veces por cosas reales como un golpe o un susto y a veces porque sí. Hubo más drama, o sea no llantos, pero quejidos, bocas trompudas y miradas de "ash", y cosa rara hubo un par de peleas, primero por querer sentarse en un sillón dos al mismo tiempo y luego por la tableta.
La bebé logró hacer una siesta de de 4 minutos, con cronometro en mano, y luego otra como de 15 minutos, ambas en brazos de mamá.
Cuando estaba a punto de soltar el llanto, llegó la hora de cenar de los grandes, más o menos en calma y gracias a Jorge "el curioso" no hubo mayor problema. El mayor repitió doble ración de cena y la nena acabó pidiéndome que le diera en la boca lo poco que quedaba en el plato.
Ni bien limpiaron los platos, leche con chocolate para uno, cambiar dos pañales, poner mamelucos, mientras el mayor se lavaba los dientes y ponía su pijama, luego acostar a la nena de 2, y en la misma habitación dar la teta a la bebé con luces apagadas de toda la casa.
A los dos minutos el mayor roncaba, la de 2 se tardó 10 minutos en dormir, a pesar de haber sido la que despertó a las 4:20am. La bebé, medio se durmió pero había que sacarle el aire y volver a arrullarla, eso tomó como 20 minutos más.
Cuando la deposité en la cama el dolor de la cadera me estaba matando, pero había logrado mi objetivo, no pegar ni un sólo grito, incluso, a pesar de que Paula tiró un poco de la cena y luego volteó su vaso de agua, ni cuando se pelearon por la tablet, ni cuando Mat rogaba por un dulce cinco minutos antes de cenar.
Por hoy lo logramos, sí, lo logramos, porque estos triunfos no son míos nada más, mis criaturas me ayudan a no perder la cordura, dentro de lo que cabe son razonables con esta madre que a veces cree estar en el borde de la locura, entonces me sonríen, o espontáneamente la nena de 2 me abraza y dice "mamá" de la manera más dulce o mi hijo me cuenta alguna aventura o fantasía y entonces logran sacarme los pensamientos locos de la cabeza.
Como siempre se me quedan muchos temas o reflexiones en la bandeja de salida, pero ahora debo corregir otro post y tejer un rato, sí, tejo para no enloquecer. Los trastes tendrán que esperar a mañana.
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Simple pero retador.
- Author: Pamiparras
- Date: 13 de noviembre de 2013
- Etiquetas: bebés, casa, crianza, familia, hijos, infancia, mamá, maternidad, niños
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