Antes de conocer al papá de mis hijos, siempre dije que no tendría descendencia. Por ahí un par de novios se atrevieron a pedírmelo pero no me veía como mamá con ellos, ni siquiera se me antojaba. Incluso un tiempo dije que jamás tendría hijos, ya sabe, la contundencia que da la ignorancia, pero como dicen más rápido cae un hablador que un cojo y ahora tengo tres criaturas.
Cuando conocí a Gabriel, sin darme cuenta, todo cambió y un buen día me desabrí diciéndole “quiero tener un hijo”, él, que es muy responsable, muy, tratado de convencerme de esperar más tiempo, de ahorrar dinero, o sea de tener las condiciones ideales para traer a un bodoque al mundo, yo seguía de aferrada. No sé qué me pasó, quizás fue el famoso reloj biológico o simplemente que con este hombre sí me quería reproducir, pero yo insistía.
Entre una charla y una que otra discusión sobre los tiempos, un buen día nos enteramos que ya estábamos embarazados y lo digo así porque esas fueron las palabras de Gabriel cuando aparecieron las dos ramitas de la prueba de farmacia “Felicidades, estamos embarazados y vamos a tener un hijo”.
Así supe que había encontrado a mi pareja ideal para convertirme en mamá. Hace casi siete años que dejamos de ser pareja para convertimos en familia y no ha habido día en que Gabriel no sea participe de la crianza de nuestras tres criaturas en todos los ámbitos posibles.
No me refiero a que Gabriel “ayuda” en la casa, tampoco a que “me apoya con eso o lo otro”, no; Gabriel asume la responsabilidad de la crianza igual que yo. Claro que somos un equipo y que nos dividimos el trabajo, pero no hay decisión ligera o transcendental que tome yo solita, por el contrario. Cuando buscamos escuelas para cualquiera de nuestros chamacos, fuimos los dos, a las entrevistas hemos ido los dos, a los festivales hemos idos los dos.
Los permisos, las actividades extraescolares, la planeación de los fines de semana y hasta la compra de tal o cual juguete es algo que resolvemos en conjunto. Es gracias a la paternidad activa de Gabo que yo como mamá de tres no he perdido la razón.
Porque para Gabriel ser papá no es ocuparse sólo de los críos o sus necesidades, también es escucharme cuando estoy en alguna crisis, cuando me siento la peor mamá del mundo, cuando siento que me estoy pasando de un lado o de otro. Y claro, también hablamos de sus miedos, terrores, deseos, dudas, alegrías como papá.
Hay noches que se nos van tratando de desentrañar las razones por las que nuestro hijo de seis anda sensible y llorón o buscando la explicación a los berrinches y pataletas de la #nenadedos que tienes épocas intensas o contando los logros de la #bebedeuno que parece termita.
Hablar con Gabriel en su calidad de papá, no sólo de mi pareja, me permite tener una retroalimentación única porque comparte mi misma preocupación por esos tres nenes que dependen de nosotros.
Gabriel también es papá todoterreno, igual comparte su cama ( por segunda ocasión) con nuestra hija de un año que prepara el lunch del mayor todos los días, y cuando prepara es de principio a fin, desde planear que va a mandar y con qué lo va a combinar, incluso muchas veces me dice, “necesitamos hacer un súper porque ya no tengo cosas para el lunch de Mat”; también baña nenas, corta uñas de pies y manos, cambia pañales, prepara mamilas, lleva a los críos a las clases de natación. Podría seguir con montón de ejemplos cotidianos. Lo que importa es que está y hace.
El colecho, la lactancia, los partos naturales, la alimentación y muchas decisiones fundamentales en la crianza de nuestros tres críos es algo en lo que Gabriel no sólo ha estado de acuerdo como una especie de concesión hacia mi, por el contrario, ha sido un fuerte apoyo y a veces hasta el que me ha jalado para no desistir en estas áreas que en el día a día son pesados. Tengo que ser honesta, buena parte del éxito en la lactancia de nuestras hijas fue gracias a él, quien muchas veces me dijo “ten paciencia, es sólo un tiempo”, “no te desesperes lo estás haciendo bien”, “si puedes aguantar más aguanta, por ellas”.
Hace tiempo una amiga me preguntó cómo le hacía para tener el control en la crianza, resulta que el control no lo tengo yo, hay muchas cosas que como papás nos sabemos hacer, claro que hay cosas en las que no estamos del todo de acuerdo, sin embargo, Gabriel y yo tenemos un acuerdo inquebrantable desde que supimos que seríamos padres: jamás nos contradecimos ni nos descalificamos, mucho menos enfrente de las criaturas.
Hay muchas cosa en las que él no está de acuerdo, ya sea una llamada de atención, un límite, un permiso, etcétera, y también hay cosas que a mi no me parecen, pero jamás lo decimos frente a los chicos. Nuestras diferencias las discutimos cuando estamos solos, y mientras llega ese momento respetamos y apoyamos la decisión del otro.
De esta manera hemos logrado que el #hermanomayor nos haga caso por igual a ambos, a sus seis años, mi hijo sabe que si yo digo una cosa y luego va con su papá antes que nada va a recibir un “qué te dijo tu mamá” o “lo que te dijo tu mamá, eso se va hacer” y viceversa, mi #bigboy sabe que si acuerda algo con su papá yo voy a decir “como dijo tu papá”.
Aunque aún son minoría, Gabo es parte de una generación de hombres que ha decidió cambiar los roles sociales de la crianza, roles que por cierto la sociedad se empeña en perpetuar. Por ejemplo, para el 10 de mayo las escuelas preparan tremendo festival musical, regalitos, fotos y más, pero para el día del padre, apenas y una taza o un lapicero con la foto de la criatura. Al menos en la escuelita de mis críos, este año se van a llevar a los papás a hacer yoga con los chamacos.
Y si hablamos de marcas y publicidad pues peor! ya sea un comercial de jabón de ropa, de limpieza de la cocina, de alimentos, de pañales, siempre aparecen mujeres como personaje único y principal, tache. Si yo les dijera que Gabriel lava mejor la ropa que yo, que él es quien escoge el jabón, los fines de semana cocina delicioso y después de la cocina “rechinando de limpio”, los chicos se comen todo lo que papá prepara y hasta repiten, cambia pañales con menos toallas y les pone la pijama sin broncas luego de bañarles.
Qué triste que eso no se vea reflejado en la publicidad, ojalá las marcas entendieran que incluir a los padres en sus imágenes aspiraciones sería más redituable para ellos económicamente hablando y para todos los demás, socialmente hablando.
Mientras la sociedad cambia, aquí en corto poco a poco vamos haciendo las cosas diferentes, vamos educando a un niño y dos niñas con la intención de que al crecer sean más igualitarios en sus relaciones, que no repitan los roles que se establecieron hace siglos.
Hace poco leí que las niñas con papás activos en su crianza de grandes son mucho más seguras cuando son adultas, que eligen carreras asignadas a los hombres como ingeniería, que tienen relaciones más sanas e igualitarias. ¡Qué suerte tienen mis criaturas!
Cada familia es diferente, cada papá es único, mis hij@s se sacaron la lotería con el papá que les tocó y yo sólo puedo decir que de poder elegir me hubiera encantado tener un papá como Gabo.
Feliz Día del Padre.
Sin duda Gabo es padre excepcional, tengo la fortuna de contar con una pareja y papá de mis dos princesas muy parecido, de verdad que hay que cambiar paradigmas. En horabuena por tu bella familia.
ResponderBorrarMuchas gracias! y muchas felicitaciones por esa familia! Saludos
ResponderBorrarPamela, eres afortunada. Como lo sabemos, en este país no abundan ese tipo de hombres. Todo eso "es cosa de mujeres".
ResponderBorrarMe saqué la loteria similar a la tuya, por eso valoro y aplaudo cada logro y esfuerzo de mi hombre, en su papel de papá. Nosotros sólo tenemos uno, pero suertudo de tener a un papá comprometido.
Saludos :)