Del 1 al 10 de Mayo, pasando por el POS y el SITRAJOR, este puño sí se ve.

Siempre me pasa lo mismo!! Rayos! Hace dos semanas que acumulo temas pero las 24 horas no alcanzan pa todo. Y ahora que tengo tiempo y silencio en casa no sé ni por dónde empezar.
Ok. Empezaré por el final.

Sí llegó mayo. Cómo me recuerda mi infancia este mes. Verán, resulta que de niña el 30 de abril más que festivales, payasos y globos, recuerdo las mantas que se pintaban para la marcha del 1 de Mayo. Recuerdo el olor de la pintura fresca sobre la manta. Recuerdo los colores siempre presentes, Rojo y Negro. Recuerdo las imágenes: un puño cerrado (por cierto, ahora que lo recuerdo, casi siempre dibujado por mi padre) y claro una hoz cruzando un martillo.

En la familia de mi papá siguen recordando como a los cuatro, cinco, seis, siete, ocho, etc, etc, años gritaba "este puño sí se ve". Creo que gracias a esas marchas me sé de memoria el Paseo de la Reforma, Avenida Juárez, Madero y la mítica plancha del Zócalo.

Por supuesto, hay que aclarar que esas marchas nunca formaron parte de la oficial, eran las de los Partidos Políticos no reconocidos y los sindicatos no oficiales.

También creo que por eso es que me conozco los nombres y su significado de la CTM, la CNOP, el SME, el SNTE y también la CNTE y el PRT y el PSUM y el PSM, y claro el POS y el SITRAJOR

Para el 2 de mayo todo volvía a la normalidad, ello incluía los preparativos del 10 de mayo, mismos que casi toda la primaria me fue prohibido participar. Sólo recuerdo el de primero de primaria y eso porque se trataba de bailar, cosa que a la fecha es lo que más me gusta hacer en la vida. Después nada.

La razón era muy simple, era un día sólo para gastar, hacer bisne y perpetuar el papel de las mujeres como madres y amas de casa exclusivamente, cosa que mis padres no deseaban para mi futuro. Desde siempre se me dijo que mi madre ejercía la maternidad todo el año, cosa que siempre me pareció, además de razonable, evidente.

Así pues, pase por la adolescencia y llegué a la adultez (creo jiji) convencida de que el día más importante de mayo era el primero, y que lo otro no tenía nada que ver conmigo.

Pero la vida, además de sorpresas, te da lecciones.

Hoy, años, décadas, después soy madre de un hermosisisisisisimo niño, trabajo en casa para criarlo minuto a minuto, tengo una pareja maravillosa, el mejor hombre, lo juro, me ocupo de los asuntos domésticos, con ayuda de una gran mujer, aclaro, y hace aaaaaaaaaaaaaaaños que no voy a una marcha de 1 de mayo.

Con mucha sorpresa G y yo nos enteramos que en la escuela, muy montessori ella, en la que va ese sueño de hijo que tengo, va a tener una celebración el lunes 10 de mayo, no de las madres, sino de la familia. Plop y recontra plop! Una vez recuperados de la impresión decidimos que simplemente el lunes ni el nene ni nosotros vamos al cole.

Lo que de niña me parecía evidente hoy es mi realidad, soy mamá de M 24 horas al día, siete días a las semana, desde hace 982 días que vino al mundo. No digo que voy hacer la revolución para cambiar este mundo, pero sí estoy convencida de que tengo una responsabilidad social al educar a un niño que se convertirá en un adulto algún día y quiero que ese adulto se relacione con las mujeres de una manera distinta a la que tienen muchos hombres que hoy son adultos.

Confieso sí, que a veces, cuando miro a mi hijo sonreír, siento un miedo enorme y una duda me corroe: cómo carajos le enseño a ese nene encantador valores elementales como solidaridad, generosidad, preocupación por las causas ajenas, cualesquieran que estas sean, sensibilidad ante las desgracias de otros. Pues a mi más que las palabras, en mi mente, en mi alma lo que se grabó con fuego fue el ejemplo de lucha de mis padres y muchos otros locos utópicos que sólo querían un mundo más justo para los que entonces, hace más de 30 años, representábamos el futuro.

Esas marchas primerodemayo fueron la escuela, el medio en el que aprendí que las mujeres son mucho más que madres y esposas, que los trabajadores son la fuerza que mueve a este mundo y que casi siempre son los más jodidos y desprotegidos, que hay niños que en lugar de ir a la escuela, tienen que trabajar, que la tolerancia y el respeto a la diferencia nos hace libres, o al menos un poco más civilizados.

Hoy el mundo sigue de cabeza y pior, las marchas no le han resuelto mucho a nadie, es cierto, al contrario están devaluadas y malvistas, pero creo que un día de estos a M le va tocar ir a gritar en medio de la calle por alguna causa justa, aunque no tenga solución o sea sólo para no dejar que el olvido invada nuestra memoria.

Y entonces yo seré, sí, una madre orgullosa de él y de mi.