• Fuera de sí

Comienzo la semana un poco más relajada que la semana pasada que la #nenadecasidos estuvo enferma con fiebre, sin apetito y de muy mal humor.

Fue una semana pesada pero más que eso, fue una semana compleja en cuanto a mi rol de madre. Y es que la nena realmente puso mi paciencia y tolerancia a prueba todos y cada uno de los días que estuvo en casa todo el día.

Ella ha sido una nena con carácter fuerte y determinado, pero nunca en sus casi dos años había hecho un berrinche. ¡Nunca! Lo juro.

Esta semana hizo todos lo que, supongo, cualquier criatura hace en su vida. Desde el lunes estuvo enferma, pero el miércoles fue el día más intenso, era el momento del baño y le pedí a mi mamá que cargara a MV para ocuparme de los otros dos críos. En ese momento la nena comenzó a llorar. Traté de calmarla y distraerla con juguetes y resultó peor.

La cargué y quise seducirla con el agua de la tina, sólo empeoró la cosa y del llanto pasamos al berreo intenso. No podía no bañarla, tenía el cabello sucio de dos días sin bañarse por la fiebre y sus malestares. Medio se calmó al tocar el agua pero al pedirle que entrara a la tina de nuevo los gritos.

La senté en su silla de espuma y aunque accedió a quedarse ahí el llanto no paró, lloró mientras le tallé el cuerpo, le lavé la cabeza, la sequé, le puse el pañal, la pijama. Por supuesto ni se me ocurrió ponerle crema, de peinarla ni hablar.

Al terminar la abracé, la besé y ya sin tanta fuerza seguía sollozando. Finalmente la llevé con su abuela, intercambiamos criaturas y se calmó.

A los pocos minutos se quedó dormida. Toda la noche estuvo despertando a los gritos. Sólo se calmaba si su papá aparecía, pero hubo una ocasión que ni siquiera eso la aliviaba.

Confieso que desde ese día mi corazón está un poco apachurrado. Paula es una nena que entiende todo lo que se le dice y hasta la semana pasada algunas negativas las superaba al instante o insistía pero de una forma tranquila. A veces lograba su objetivo y otras no.

Por supuesto que como todo pequeño cuando tenía sueño o hambre se ponía de malas y lloraba pero nada que excediera tres o cuatro minutos, o en cuanto su necesidad estaba resuelta volvía a su centro.

Lo que vi la semana pasada no era una nena berrinchuda, era una nena en crisis, completamente fuera de control, sin poder detenerse y cada vez más enojada. 

El último drama fue ayer domingo que despertó con hambre y no supo expresar qué quería comer, entonces de nuevo a llorar, arquearse. Su papá quiso calmarla y sólo se alejaba y se tiró al piso. 

La veía tan fuera de sí que en lugar de enojarme sentí una profunda necesidad de abrazarla. Así lo hice. Me senté con ella en las piernas, la abrazaba sin decirle ni una palabra, ella luchaba, trataba de zafarse. Después de cinco minutos comenzó a bajar la intensidad de su enojo.

Le dije que era necesario que se calmara  para soltarla. Lo intentaba pero le costaba trabajo. Me recordó muchos momentos míos, ya de adulta, que por alguna frustración laboral, por una tristeza o por algún enojo intenso lloraba y era tal el sentimiento que cuando trataba de calmarme me acordaba y lloraba más.

Me resultaba imposible enojarme o desesperarme por su llanto, sólo pensaba qué más podía hacer para ayudarle a regresar a la calma.

Finalmente su papá se acercó, ella dejó de llorar, la abrazó y la calma volvió a nuestra casa.
La tarde transcurrió en calma, jugó con su hermano, pintaron juntos, comió con calma, se dejó bañar y hasta jugó a bañar a su papá. La hora de dormir llegó sin llantos pues papá estuvo pegada a ella el resto de la tarde y fue quien la acostó y la arropó. ¡Qué gran papá elegí para mis hijos!

Sé que ella no es una niña berrinchuda porque en sus casi dos años jamás se había puesto así. El encierro no le gusta, toda la semana iba a su cuarto por zapatos y caminaba hacia la puerta, casi todos los dias le dije que no era posible hasta el jueves que presentó una evidente mejoría. Y si a eso le sumamos la fiebre, el dolor corporal, la tos y no poder comer, pues peor! 

He visto a más de un adulto descomponerse, lloroquear y quejerse de que se están muriendo de tanto dolor o molestia. ¿Por qué una #nenadecasidos debería de "controlarse" con tanta incomodidad a cuestas?

Ahora me queda observar y saber si esta etapa se debe a una crisis de crecimiento, en un mes cumple dos años, o buscar el motivo que la tiene tan fuera de sí. 

Por lo pronto hoy, después de dos semanas en casa, se fue feliz a la escuela,  no hubo drama ni llanto, se dejó vestir y agitaba con entusiasmo su manita al salir en brazos de papá acompañada de su hermano. 

Espero el momento de verla entrar por la puerta con su gran sonrisa y la felicidad que le da llegar a la casa con su mamá y su pequeña hermana.


6 comentarios:

  1. Si, yo también recuerdo cuando la dulce y obediente de Sofi hizo su primer berrinche a pleno Technicolor... que momento madre mía!

    Me gustó como ambos reaccionaron y la atendieron y nunca hubo consecuencias mayores -y graves- para la peque.

    Gracias por sumarte

    Vivi

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  2. Gracias, Vivi, fueron días tensos y raros, creo que lo hemos superado, creo. Espero siempre estar a la altura de sus necesidades.

    Un gusto sumarme.

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  3. Que bueno que se llenaron de paciencia, ademas de que estuvo enferma, tambien es que esta entrando a la etapa mas fuerte, lee mucho sobre el tema y no dejes la paciencia que esa es la que te va a ha ayudar, besos!!!

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  4. Ni me digas que me muero Pamela!
    No quiero llegar a los berrinches porque creo que sacará mi verdadero yo :/ aaaains
    Mis respetos y admiración por tus 3 retoños!
    Para cuándo el cuarto? jajajajaja

    Mamá y maestra

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    1. Jajajajajajajajaja prepárate! jajaja nocierto, mi hijo mayor no tuvo esa etapa, pero creo que las mujeres son más temperamentales!
      Gracias por las flores!
      El cuarto ni es sueños, ahora sí me vuelvo chango

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