• La magia de los hermanos



Desde que nació mi primer hijo quedé maravillada con este poder de dar vida, de ver como crece y después como se va desarrollando. Desde que tuve a mi hijo en mis brazos me enamoré de él pero también me enamoré del ser mamá. No sabía, ni de lejos, lo que implicaba ni el trabajo que venía por delante.

Conforme pasaron los meses y Mat fue creciendo yo me fui enamorando más de la posibilidad de ver crecer a un ser humano. Recuerdo que mucha gente nos preguntaba que si pensábamos tener más hijos o de plano que “para cuándo el otro”.

Sí, me había encantado estar embarazada, me había fascinado tener un bebé y cuidar de él, pero mi mayor motivación para tener otro crío era que Matías no creciera en solitario. Lo pensaba hace casi siete años y lo sigo pensando ahora, “este mundo es muy rudo, frío, cruel e insensato como para que un niño crezca solito”. Además pensaba en el futuro más lejano, ese que algún día llegará para todas y todos, mi vejez y la de mi compañero de vida, y me parecía muy injusto que mi pequeño niño tuviera que lidiar sólo con sus viejos, lidiar con las enfermedades, las incapacidades propias de la edad e incluso con los gastos que implicar ser anciano en este país.

Tenía muchos ejemplos de hermanas y hermanos que de una u otra forma saben que no están solos en el mundo, que para bien y para mal hay otra persona con la que pueden compartir la responsabilidad, las preocupaciones y, por su puesto, las pérdidas. Me gustaba la idea de que mi hijo no se quedara sólo en este mundo cuando sus padres ya no estén. Ya sé que va a ser adulto y que al final uno se repone, pero prefiero que lo haga acompañado.

Así que después de muchas dudas, de preguntarnos sobre el momento adecuado tres años después de haber nacido Mat decidimos que tendríamos otro crío. Cuando mi hijo acababa de cumplir los cuatro, nació Paula y puedo decirles con total honestidad que Matías fue el niño más feliz del mundo. Jamás olvidaré sus gritos de emoción, el brillo en sus ojos y la sonrisa franca de mi niñito cuando salió a recibirnos a la puerta.

Le dijo “bienvenida hermanita, soy tu hermano mayor y esta es tu nueva familia”, juro que nadie le dijo que hiciera nada ni que dijera nada, le salió del corazón. Alguna vez, mucho después, me dijo que él hubiera querido un hermanito, pero que ahora que tenía hermana le daba mucho gusto pues aunque fuera niña él iba a enseñarle todo lo importante de la vida.



Estaba tranquila y feliz, yo me había preparado para una batalla, drama, berrinches, enojos y resentimientos por la llegada de la hermana, pero, una vez más, ese niño me dio una lección, una de amor.

Yo sentía que estábamos bien así los cuatro, que Paula había llegado a completarnos y a cerrar el círculo. No contaba con que a los nueve meses de colecho y pensando en pasar a la nena a su cama, el papá iba a querer “otro bebé”, me agarró desprevenida la confesión luego muchas “bromas” al respecto. La verdad es que estaba disfrutando la maternidad por segunda ocasión que creo que me dejé llevar por la ola de la oxitocina que provoca la lactancia y el colecho. Jajaja.

Estaba hablado, pero iba a suceder más adelante, cuando Paula estuviera más grande y mientras le íbamos midiendo el agua a los camotes, pero la vida te da sorpresas, oh dios. Unos pocos meses después estaba embarazada de nuevo, fue todo un tema al principio, el plan era otro y este cambio de ruta me había agarrado muy fuera de lugar.

Después de la primera y segunda impresión, una de las cosas que más me agobiaba era sentir que le estaba quitando a Paula a su mamá. Sí, sentía que de alguna manera la estaba apurando dejar la teta, que la estaba apurando a crecer, pero sobre todo que ya no podría cargarla en el fular como antes y que cuando naciera la nueva criatura iba a desatender a mi niña. No fue tan así, aunque a ratos me resultaba muy cansado el embarazo con una bebe de brazos, logramos llegar bien y felices al parto.


Hoy mi hijo tiene dos hermanas; mi nena tiene un hermano mayor que es la luz de sus ojos y una hermana menor que se ha vuelto su compañera de juegos, su tormento con los juguetes; mi bebé tiene una hermana mayor que la cuida, la defiende a capa y espada y la consuela, además también tiene un hermano mayor que la protege, la guía, le enseña y le celebra cada gracia como si fuera la primera.

Después de una semana de viaje Matías ha vuelto a casa, con su regreso también volvió la paz emocional para sus hermanas, se acabaron los llantos “inexplicables” de Paula y terminó la incesante búsqueda de Victoria por toda la casa de “algo” que le estaba faltando. Mi hija mayor volvió a reír a carcajadas y mi bebé por fin se bajó de mis brazos y volvió a andar sola por el piso.

Mi hijo no está solo y nunca más lo estará, ellas nunca han estado solas, lo mejor de este trío es la magia que hacen cuando están juntos, cuando Mat y Paula juegan a los transformers y él es cuidados y paciente, mientras ella lucha con todas su fuerzas de nena de dos años y pelea a puño limpio contra el mal, y en esta escena la bebé los mira, ríe con ellos, grita con ellos, se emociona y gatea tras ellos hacia donde quiera que vayan.



Algunos dicen que es la sangre, yo digo que es amor, amor del bueno, amor de toda la vida, mi amor y el amor de su papa, amor suyo de ellos. También le digo magia, la magia de los hermanos.

2 comentarios:

  1. Ay Pam que bonita historia, yo solo tengo a mi pequeña Saachi que tiene 5 años 3 meses nosotros decidimos ( o creo que yo decidí) que sería hija única, pero a veces me pregunto sí estaré haciendo bien al privar a mi hija de un hermano, yo me compenso y la compenso diciéndole que tiene primos y muchos amiguitos pero se que no es igual :( mi esposo es hijo único y se que a el le hace falta ahora un hermano, pero pensamos en la economía y en lo que conlleva, como te podrás dar cuenta estoy totalmente confundida y pensando si estaré haciendo lo mejor para la familia, saludos :)

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  2. Querida Yanet, no te agobies, cada familia tiene sus prioridades y necesidades. Si tu hija tiene muchos primos ya la hizo, yo tuve muchas primas y primos de mi edad y lo pasé muy bien, sin embargo no es el caso de Mat, quien practicamente no convive con niños de la familia porque sólo hay dos y los ve dos veces al año. Ese era mi punto, Saludos y muchas gracias por leer!

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