• Cinco básicos emocionales para sobrevivir a la crianza




Cuando estamos a punto de convertirnos en mamás o papás, el mundo entero se encarga de decirnos qué vamos a necesitar para el día del parto, qué para el bebé cuando salga del hospital, qué para la habitación de la criatura, qué para su alimentación, qué para el sueño y así en cada etapa de nuestros retoños, pero casi nadie habla de los requisitos básicos emocionales que requiere la crianza, desde el día uno hasta el restos de nuestras vidas.


De ninguna manera me considero una experta, pero algo he aprendido en estos siete años de ser mamá y llevo tiempo pensando que así como nos preparamos para la llegada de nuestras hij@s , también deberías, tomar ciertas previsiones emocionales para enfrentar la crianza de la mejor manera posible.

No hay un manual, ni fórmulas mágicas que podamos aplicar en nuestra relación cotidiana con las criaturas, cada nene es único y cada mamá y papá son diferentes, así que no necesariamente nos tiene que funcionar lo mismo, pero hay ciertas cosas que podemos hacer para que la crianza no nos estrese.

Meditar para entrenar la mente

Difícilmente se puede vivir en un permanente estado zen cuando tenemos hijas e hijos, no importa la edad, la de ell@s ni la de nosotr@s, ni tampoco se trata volverse a ninguna religión, pero dedicarle una o dos veces, varios minutos a una meditación resulta muy provechoso para nuestra mente que no para todo el día de estar trabajando. Las ventajas de la meditación es que no necesitas salir de tu casa ni gastar un sólo peso para poder hacerlo. 

En internet, en youtube y en casi todas las redes sociales, existen videos y audios de meditaciones guiadas que nos pueden servir perfectamente para lograr aquietar la mente y de esta manera poder mantener la calma, ante un berrinche, un accidente doméstico, un momento de enfermadas en que l@s chic@s se ponen mal y pareciera no haber manera de calmarlo o simplemente cuando no pueden dormirse a pesar de su propio cansancio.

Bailar, para sonreír.

Sí, a mi lo que más me gusta es bailar, no importa si es sola o acompañada, en un salón de baile, en una fiesta o sola en la sala de mi casa. Quizás a ti no te haga tan feliz como a mi, pero mover el cuerpo al ritmo de la música resulta beneficioso en más de un sentido. Al movernos generamos calor, producimos energía, además al bailar y escuchar nuestra música preferida, generamos endorfinas que nos hacen sonreír porque nos hacen felices, y de pasadita pues quemamos unas cuantas calorías y liberamos estrés físico.

Al igual que las meditaciones, bailar en tu casa es gratis y si no puedes poner la música a todo volumen porque tienes un bebé recién nacido, hay dos opciones, o te pones audífonos (total siempre se pueden cerrar las cortinas y listo) o cargas a tu bebé y bailan juntos. A mi me ha funcionado con mis tres bebés. Al dormirlos me ponía a bailar y se relajaban muchísimo.

Respirar para mantener la calma

Suena casi obvio y un lugar común, pero les juro que no lo es. La próxima vez que se enojen mucho por cualquier razón, revisen su respiración, les apuesto a que tienen la quijada apretada, los puños cerrados y están agitados. Eso no es respirar, es hiperventilar en casos extremos de furia o angustia. Tampoco es meditar, aunque las dos cosas van un poco de la mano, controlar la respiración es meter un freno de mano a la emoción que se está viviendo, primero porque desvía la atención mental del enojo hacia la respiración consciente, segundo porque entre más lento respiramos y exhalamos, todo nuestro cuerpo se calma, los músculos se relajan casi de inmediato, soltamos la quijada, y ya con eso podemos nuevamente retomar nuestro asunto.

Tal vez sigamos enojadísim@s, pero ya tenemos la cabeza más fría, menos bilis en la sangre y mucha claridad de qué hay que hacer con el asunto pendiente. Esto también es gratis, lo puedes hacer en tu casa, en el auto, en la calle y hasta caminando, no ocupa tanto tiempo como una meditación y con que respires de manera consiente un minuto o dos, las cosas se ven de otro modo.

Alguien con hablar

Estoy convencida que la crianza no es algo que debemos hacer en soledad cada mujer, por el contrario, es en sociedad, en conjunto, como creemos y nos desarrollamos, sin embargo también es cierto que hay mucho ruido y muchos mensajes contradictorios afuera. Y al mismo tiempo, la crianza nos confronta con nuestro pasado, nuestra propia infancia, nuestra propia crianza y casi siempre es bueno tener con quien reflexionar en voz alta todas esas ideas, los sentimientos, las emociones que nos suceden cuando nos convertimos en mamás, pero también a lo largo de nuestra labor de crianza.

Quizás cuando son bebecitos nuestros hijos no sea tan evidente, aunque la etapa del puerperio es en sí todo un tema y una etapa especial para las nuevas mamás, hay ocasiones en que las emociones más complejas y menos fáciles de entender suceden cuando nuestras criaturas ya son más grandecitas. Por ejemplo los terribles tres o cuando entran a la primaiar y dejan de ser preescolares y así cada etapa nos va confrontado con nuestro pasado y hablarlo, expresarlo, resulta muy útil y aleccionador. Se los digo yo que tengo un chico de siete años y cada día es un verdadero reto a mi tolerancia, a mi empatía, porque al final, nuestros hijos son nuestros reflejos más fieles.

Puede ser un terapeuta, un grupo de apoyo de mamás, un coach personal, alguien que no te quiera converger de nada y más bien que funcione como caja de resonancia para llegar a tus propias conlusiones. Las amigas ayudan, pero muchos veces, en aras de ayudarte, te darán instrucciones o tips o fórmulas que a ellas les funcionaron, pero lo que tú necesitas es llegar a tus propias conclusiones, no que te digan “no te preocupes por nada, al final los hijos crecen”. Sí, los chicos crecen, el punto es ¿cómo queremos que crezcan?

Contemplación

Otra cosa que es gratis, que la podemos hacer casi en cualquier parte es contemplar. ¿Cuándo fue la última vez que te sentaste en una banca y dejaste correr el tiempo? ¿Cuándo fue la última vez que saliste a caminar y en lugar de ver tu celular volteaste al cielo a ver las nubes o las copas de los árboles o una avión que pasaba?

Sentarnos a ver el tiempo pasar tiene un poder sanador y relajan increíble cuando nos damos la oportunidad de hacerlo. Y sí eres mamá con recién nacido tienes todo a tu favor, desde pararte en la ventana a ver las palomas volar de un lado a otro, o ver a la gente caminar por las banquetas o los autos pasar. También puedes salir a “pasear con el bebé” y sentarte en una banca a ver los rostros de las personas, su forma de andar, o si estás en un parque ver a las criaturas correr, gritar, sonreír, llorar, ver a otras mamás.

Puedes combinar la contemplación con la imaginación e inventarle historias a cada persona que veas. o simplemente observar, sin juzgar, sin criticar, sin pensar. De hecho, si tu crío ya es mayor, puedes sentarte en tu cama o en la sala a contemplar a sus juegos, sus facciones al jugar, los diálogos que inventa mientras juega o cómo se concentra con una película o un juguete. Contemplar la vida es una manera fácil y rápida de “desconectarse” unos minutos del ajetreo permanente en que vivimos.

No digo que todas estas actividades vayan a solucionar sus conflictos diarios, lo que creo es que cuando hacemos todas o por lo menos tres de estas cinco acciones, todos los días, nuestra paciencia, tolerancia, empatía y calma se hacen presentes en los momentos más rudos de la crianza, de lo contrario nos dejamos llevar por el estrés acumulado, el cansancio crónico, la frustración permanente. Así que a respirar, contemplar y bailar un poco cada día, por el bien de nuestras criaturas y de nosotras mismas.

3 comentarios:

  1. Hermoso post para ahora que me voy a sumergir en el caos total una vez mas, dejar la expectativas y abrazar lo magico y salvaje de la maternidad, pero sola nuca mas, me ecanta leerte amiga te mando 5 abrazos enrebozados y espero verte el proximo viernes!

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