• Mamá de tiempo completo, a mucha honra



 Ya estuvo. No pienso seguir sintiéndome menos por dedicarme exclusivamente a la crianza de mis hijxs. En las últimas semanas he leído una cantidad de artículos sobre este tema y sus diferentes perspectivas, ángulos, repercusiones, implicaciones, etcétera y sí, basta de autocompadecerme por no ser como “las demás que trabajan y llevan su casa” y más de ir por la vida dando explicaciones como si yo fuera una ignorante que no sabía lo que decidía.

Nunca me ha interesado el papel de mártir y no voy a comenzar ahora. No, no me dedico a cuidar de mis hijos para que me pongan un monumento. Tampoco lo hago para sentirme diferente a las que no lo hacen. Mucho menos dejé un oficio por sacrificio y ahora todo el mundo debe premiarme. Nada más alejado de la realidad.

Me dedico a la crianza, practiqué le colecho con mis dos hijas, al igual que la lactancia exclusiva, básicamente porque creo que es lo mejor para mi hijo y mis hijas, por tanto, cuando creo que algo es indicado lo hago, como todo el mundo ¿cierto?

No, no soy víctima de un sistema patriarcal que me somete y yo no hago más que reproducir un sistema. Tampoco soy una ignorante retrograda que lo hace porque considera que es mi papel histórico y que es MI trabajo hacerme cargo de mis criaturas. Me parece que esas posturas sí tienen una carga machista y mucha ignorancia.

Primero, porque es creer que sólo existen dos tipos de mujeres o de mamás en este caso, las que deciden regresar al mundo laboral después de ser mamás y las que no, nada más irreal; por otro lado es mantener esta idea de que las mujeres debemos hacer lo que se espera de nosotras, basados en la premisa de “todas lo hacen”.

Yo quería tener hijos y no los quería para sentirme completa como mujer o para sentirme realizada, quería tener porque sería saber qué significaba ser mamá y porque me enamoré de un hombre con quien me dieron ganas de tener hijos, ¡punto! No hay que teorizar más al respecto.

Por tanto, asumí que la crianza venía con el paquete bonito del embarazo, la emoción, arreglar el cuarto del recién nacido, el babyshower y toda la parafernalia que desata un embarazo deseado.

De nuevo, no tuve hijos sólo porque era el paso siguiente en mi relación o porque es lo que hay que hacer, de hecho, antes de conocer a Gabriel no quería tener hijos, así que no fue un requisito más por cumplir en mi vida. Fue una decisión asumida, sabía que iba a tener que dejar mi trabajo de periodista, al menos un tiempo y que nada iba ser igual.

Jamás cruzó por mi cabeza la necesidad de una enfermera, nana ni nada parecido, a lo más que aspiraba era que las primeras semanas mi mamá y mi suegra me ayudaran, sí, con los temas domésticos, no con mi chamaquito, esa es MI chamba. 

Así que ahora con tres criaturas, ni siquiera se me ocurre que su crianza, su desarrollo personal e intelectual deba dejarlo a otra u otras personas, empezando porque es mi responsabilidad y la de su papá, y su papá pues resulta que trabaja muchísimo para que yo pueda dedicarme a la crianza.

Porque seamos honestas, en este país la conciliación trabajo/Maternidad NO EXISTE, ni siquiera, en el imaginario de las mujeres. Sabemos desde el principio que vamos a tener que dejar o a nuestros hijos o satisfacciones laborales, y a veces las dos cosas. Conozco a quienes sufren por no estar con sus críos por el trabajo y sufren porque en el trabajo les niegan promociones, aumentos de salario, oportunidades de crecimiento y así hasta el infinito. 

Además, encargarle el cuidado de los niños a otra persona es una cosa que no sale nada, nada, nada barato en este país y yo tengo tres criaturas, así que saquen cuentas. En mi oficio, que es el periodismo, los salarios están pa llorar, el último puesto que me ofrecieron no era malo, pero haciendo cuentas, básicamente, me iban a “sobrar” como mil pesos, es decir, mi ganancia económica iban a ser mil pesos, porque todo lo demás se hubiera ido en pagar horario extendido en la escuela y nana que bañara, diera de cenar y acostara a los chamacos y nada más, la renta y todos los gastos fijos los iba a seguir pagando el papá. Entonces volver a trabajar ya no suena tan glamoroso así con los números en la mesa, ¿verdad?

Salir a trabajar tiene otros costos que para mi no son menores, las enfermedades de los niños, las juntas escolares, los festivales navideños, del día de las madres y de fin de cursos, todo eso implica que una mamá tenga que pedir permiso, casi siempre a un jefe malhumorado que odia que sus subalternas le pidan permisos de maternidad, por eso muchos espacios están ocupados por jovencitas recién egresadas y sin hijos.

Implica que tengas que partirte no en dos, sino en tres o cuatro pedazos porque además de salirte del trabajo tienes que llevar al doctor a la criatura y luego rogarle a dios que la nana le dé la medicina correcta en el horario preciso. Y bueno, la nana en algún momento tiene que irse a su casa o a dormir, si es que trabaja de planta en la casa, porque para ella es un trabajo con horario de salida. Una, después de mil vicisitudes, tiene que chutarse el desvelo completo con fiebre, vómitos, llantos del nene y al otro día comenzar de nuevo el círculo.

Ojo, no estoy diciendo que eso esté mal o bien, estoy diciendo lo que es, lo que les sucede a millones día a día y que, en lo personal, no le veo lo glamoroso, a menos que de verdad el trabajo sea lo que más te gusta, te dé muchos triunfos personales y te haga sentir feliz. A mi, mi oficio dejó de provocarme todo eso.

Ahora bien, aclaremos que la crianza no es lo mismo que cuidado de los niños, no señor, señorita, una nana los cuida, los baña, les da cenar, les puede leer un libro, arropar antes de dormir y si es muy linda, darles un beso de buenas noches. Eso es cuidar y atender criaturas, la crianza, señoras, señores es otra cosa y no es un trabajo, porque ni se puede cambiar de niños, ni se puede renunciar, no hay hora de entrada ni de salida. Por eso es algo tan complejo, tan profundo, tan intenso tan cansado y agotador, en todos los sentidos, físico, pero más emocionalmente.

Dicho todo lo anterior, he decidido dejar de sentir que le debo una explicación al mundo y a la sociedad de por qué no he regresado al mundo laboral (como se espera de una mujer “moderna” y “liberada” en pleno siglo XXI), de sentirme menos buena mamá, menos buena mujer porque “no le estoy dando ese ejemplo de mujer autosuficiente”.

Sí ahora mi mayor tema es la maternidad, la crianza, la lactancia, las caricaturas, las películas infantiles, los pañales, el control de esfínteres y entiendo perfecto que al mundo eso no le interese saber y cree que no es importante, pero les tengo noticias: sí es importante, porque la crianza es dónde comienzan las soluciones y problemas de las sociedades. 

Sí, aunque no nos guste o digamos que no es cierto, lo es. Es en la crianza, en los vínculos, en los valores, en la autoestima, el amor propio, o la ausencia de todo eso lo que harán de nuestras hijas e hijos adultos empáticos, solidarios, respetuosos, amables o todo lo contrario.

Admiro profundamente a todas las mujeres que salen a trabajar cada día, que ponen lo mejor de su vida y energía para estar funcionando en una oficina y al mismo tiempo en casa. Las respeto y hay veces que quisiera ser como ellas, pero no lo soy. Soy esta y no hay más.

Mis hijas y mi hijo merecen que el tiempo que paso con ellos sea valorado y respetado por mi. Entendí hace muy poco que minimizar mi dedicación a su crianza, de muchas maneras l@s minimiza a ellos. Ell@s merecen lo mejor de su mamá, por tanto mis mañanas, mis tardes, mis noches y mis fines de semanas con ellos, no es cosa menor, no es un sacrificio, tampoco es que me volví ignorante o una persona menos interesante. Al contrario, ser una mejor mamá cada día me hace leer, investigar, consultar, revisar, reflexionar sobre tantos temas que nunca antes había adquirido tanto conocimiento.

Lo dicho, ser mamá de tiempo completo es una de las cosas que más cansancio y agotamiento emocional me ha dejado, pero eso no es malo, ni algo terrible, por el contrario, ha sido la mejor decisión que he tomado en mi vida y no voy a ir por la vida disculpándome por ello.

2 comentarios:

  1. Hola!!! acabo de leer tu post, en el día que más lo necesito.. te cuento, el día de ayer rechacé una oferta de empleo en un banco, el sueldo era demasiado bueno, oscilando hasta los 40,000 mensuales.. sí, nuestra calidad de vida iba a dar un giro económicamente... pero, qué fué lo que me hizo retractarme al respecto? que no me hacía la idea de tener a mi hija de 4 en una escuela de horario extendido hasta las 5, 6 de la tarde, y otra niña casi para entrar en la pre-adolescencia también al cuidado de otras personas, quizá me llamen un poco loca por haber dejado ir de mis manos una oportunidad de ese tamaño.. pero siento que mis hijas aún me necesitan, siento que la pequeña aún necesita que yo misma sea la que la deje en la puerta de su escuelita, que sea yo la que esté en la puerta para recibirla, que sea yo la que le ayude a cambiarse, desayunar, comer, que aún reciba mi pecho, que aún podamos disfrutar momentos que me hubiera perdido si hubiera entrado a trabajar aun lugar que para acabar no me imagino siempre.. porque mi trabajo actual me permite poder hacer estas cosas, es por temporada, se me paga todo el año a pesar de ser temporal y puedo disfrutar con ellas sus vacaciones, puedo cuidarlas si se enferman, puedo tenerlas conmigo si tengo que trabajar a deshoras... todo ese tiempo para mí, vale más que miles de pesos.. todo el día de ayer estuve en depresión por que sentí que decepcioné a terceros a causa de mi decisión.. pero después me detuve y me dije a mí misma: es que, no tienes que demostrar nada a nadie!!! si bien todo lo que se considera al trabajar como las escuelas y guarderías con horario extendido, las niñeras, cuidadores, son como último recurso, como dice Cárlos González, "cuando no tienes de otra", efectivamente así es.. pero en mi caso yo sí tengo de otra, tengo un trabajo que no gano tanto, pero con eso puedo apoyar a mi esposo y cubrir gastos personales entre otros, y además, disfrutar a mis hijas desde que salen de su escuela, qué más puedo pedir? ni un carro del año, ni todas las comodidades que pudiera obtener materialmente, podrían suplir los momentos que puedo estar con mis hijas, MI responsabilidad, de nadie más. Gracias por tu post, me vino como anillo al dedo. Eres grandiosa y felicidades por tu decisión!

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  2. Hola querida...
    Primero que nada FELICIDADES por tu decisión, sobre todo porque al final fue tu decisión quedarte basada en tus prioridades. En efecto no tienes que demostrarle nada a nadie y en cuanto a la decepesión a terceros debo decirte algo: las expectativas de los demás son suyas, no tuyas y que cada quien se haga cargo de las mismas. No es tu trabajo satisfacer esas expectativas, aunque a las mujeres se nos quiera educar para ello. Sí tú te sientes feliz y tranquila con esta decisión es porque tomaste la elección correcta para ti y eso es lo único que cuenta. Te mando un gran abrazo y muchas , muchas gracias por leer y comentar!

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